A continuación están mis notas, las notas de la evaluación continua de las diferentes aulas (la mía fue el aula 3), mi dedicación de horas semanal, una pequeña valoración personal, mi resumen del texto de referencia, las tres PEC (pruebas de evaluación continua) y algunas de las reflexiones que hice en clase.
Para mí, igual que a muchos de vosotros, este tipo de asignaturas son la razón por la que empezamos la carrera de psicología. La fascinación por los casos extremos, el deseo de ayudar a los que sufren o incluso la experiencia propia de trastorno son algunos de los motivos por los que nos decantamos por esta carrera. Por eso no es de extrañar que esta asignatura me haya gustado mucho y también que me haya defraudado en algunos aspectos.
Lo primero que hay que decir es que los contenidos son extensos. Mi resumen es de casi 100 páginas (hay más de 400 de contenido). Sin embargo, todo es bastante descriptivo y sistemático, ya que se sigue el DSM-5. A mí se me hizo muy entretenido, porque vas viendo muchos casos "patológicos" diferentes. Las PEC también son muy divertidas porque son aplicadas: exponen un caso y hay que detallar los síntomas, establecer un diagnóstico y justificarlo.
También me gustó mucho contar con Adolfo Jarne como profesor, ya que se le nota a la legua que él es un profesional de la salud mental y no un profesor. Escribía en el foro de una manera muy refrescante: sin mucho aprecio por la ortografía y el formato y con expresiones muy vivas y directas. Era como si estuvieras en el Whatsapp. También nos facilitó otros casos y solía hablar desde la experiencia propia, lo cual es un tipo de argumentación que, usada oportunamente, refuerza el aprendizaje. Esta asignatura te da constantemente la sensación de que tiene utilidad para el futuro, no solo si te dedicas al ámbito de la salud, sino también en el laboral, educativo y en investigación.
El único "pero" que le pongo es la nula sensibilidad de los profesores (incluida la Directora de Estudios) por dos problemas muy graves que experimentamos las personas que, como yo, tenemos un diagnóstico de salud mental: el diagnóstico excesivo y la estigmatización. Cuando ponemos etiquetas psiquiátricas a alguien hemos de estar seguros de que el beneficio de esa etiqueta supera con creces el estigma que le puede causar al afectado y que ese diagnóstico le va a servir para ponerse mejor. De lo contrario, poner etiquetas por ponerlas es irresponsable. En concreto, en uno de los casos de la PEC 3 nos pidieron diagnosticar un Trastorno Obsesivo Compulsivo a una persona sana que estaba teniendo dificultades de conducta a raíz de la COVID-19. Yo me negué a utilizar una etiqueta que está ampliamente asociada a la cronicidad y opté por justificar que se trataba de un problema más adaptativo, como por ejemplo un tipo de estrés postraumático a causa de sufrir la enfermedad. Obviamente consideraron mi respuesta errónea y tuve una B en la PEC. Desarrollé una argumentación, que podéis encontrar al final de la página, que expuse sucesivamente al profesor colaborador, a la profesora titular, a la directora de estudios y finalmente al Síndic de Greuges, obteniendo en todos los casos la desestimación de mis solicitudes.